Recordad:

Recordad: antes de untar la mantequilla tirad la tostada al suelo para saber por qué lado va.

lunes, 9 de enero de 2012

La segunda estrella a la derecha, no tiene pérdida





Una ficción, un país, un sueño, una ilusión, una realidad de niños… qué suerte que tienen los niños…

Nunca Jamás es aquel lugar en el que siempre queríamos vivir cuando éramos chicos.
Nunca Jamás es la sensación en la que vivíamos cuando no levantábamos un palmo del suelo.
Nunca Jamás es ese estatus que añoramos, al que nos encantaría volver, y del que nos alejamos por dejar de creer en él.

Y el que tal vez sufrió más esa sensación de haber tenido el País de Nunca Jamás en las manos y haberse escapado de ellas como arena entre los dedos fue el que acuñó su nombre: Sir James Matthew Barrie.
El creador de Peter Pan sufrió una enfermedad llamada “enanismo psicogénico”, causada por un intenso estrés infantil (la muerte de su hermano mayor, y sus consecuencias: el bajón irrecuperable de su madre), que hizo que no sobrepasase de altura el metro y medio (y que su infancia fuese breve)
Pero dicen que James maldijo a todo aquel que se atreviese a hacer una biografía de él, así que no seré yo el que se atreva a seguir hablando de él.

Solo diré que gracias a sir James, y a su ingenio plasmando en un libro el mapa de un lugar de aventuras con el que él de pequeño no pudo soñar lo suficiente, ahora contemplamos la muerte como el tic-tac del reloj que está dentro de la panza del cocodrilo, el cual nos persigue incesante esperando a que nos despistemos.
Es cruel, y agorero, pero al menos aún tenemos la suficiente imaginación infantil para pensar que ese reloj (que de normal habría que ponerle pilas, o darle cuerda) nunca se parará. ¡Algo es algo!


“Cuando el primer niño rió por primera vez, su risa se rompió en mil pedazos que saltaron por los aires en todas direcciones, y así fue como aparecieron las hadas.”

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