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Recordad: antes de untar la mantequilla tirad la tostada al suelo para saber por qué lado va.

domingo, 4 de noviembre de 2012

"No tienes, pero de lo que tienes tienes mucho"








He visto una peli mil y una veces y hace poco empecé a leer un libro que entre ambos encuentro cierta relación.
La película: ‘Big Fish’ (peliculón).
El libro: uno raro que llegó a mis manos gracias a una buena amiga.
        Su título: ‘El abuelo que saltó por la ventana y se largó’ (por ahora pinta bien)

Empezando por la película va de un hombre que, ya en los últimos días de su vida, “sufre” la visita de su hijo, el cual, tras mucho años enfadado con su progenitor, busca hacer las paces con él. Para ello el hijo le pide a su padre que le cuente de verdad como fue su vida, ya que hasta entonces el ahora moribundo sólo había contado grandes aventuras con gigantes, sirenas y atracadores que para los ojos del hijo no dejaban de ser milongas.
Por ejemplo: nada más empezar la película aparece el padre contando una apasionante historia sobre como pescó un pez enorme que durante cientos de años había esquivado cientos de cebos… Se ve que el hombre consiguió capturarlo usando de cebo su anillo de compromiso… al pobre pez le debía de gustar el oro!. Al final de la historia todo acaba bien, el pez escupe el anillo, a cambio el hombre libera a su presa, el público que escucha la historia rompe a aplaudir y la excusa de porqué el padre no fue al nacimiento de su hijo ya está servida. Al final de la película “se descubre” (por así decirlo, ya que únicamente se menciona de pasada) que realmente lo que pasó con el nacimiento del hijo es que fue una semana antes de lo previsto, y entonces el padre, que estaba en un viaje de negocios, no pudo estar presente.
Contando esas historias, que no dejan de ser ingeniosas y entretenidas mentiras, hace de su vida una aventura increíble (con todo el sentido de la palabra “increíble”).
Y el hijo, que siempre sospechó que su padre tenía una doble vida de la que no se sentía orgulloso o que, aún peor, quizá engañaba a su mujer, o tenía otra familia completamente formada en otro lugar, termina pudiendo comprobar que su padre siempre fue fiel a su familia, que tuvo grandes aventuras, y que aunque no tuviese amigos gigantes, cantantes siamesas o enanos de circo, tenía grandes amigos, que cada uno bien podría valer por más de dos o tres personas, y que aunque en un principio todo parecía sencillo y pequeño al final todo junto podía ser un gran espectáculo.
El hijo termina “resignándose” a reconocer la verdad con pelos y señales porque ve que tal vez no es necesario, y de hecho él mismo cuenta la última gran aventura de su padre: su forma de morir.

A cambio, el libro todavía no he terminado de leerlo, así que aún no puedo hacer un resumen muy coherente, por ahora puedo decir que trata más o menos de lo que dice el título: un viejo de 100 años que se escapa de su residencia saltando por una ventana.
La gracia de dicho libro es que empieza con una frase que relaciono bastante con antes la película mencionada:
“Quienes sólo saben contar la verdad no merecen ser escuchados”.
Lo cual, pienso que, tal vez sea cierto.

Así que aquí termino esta entrada la cual quiero dedicar a la gente que me ha ayudado a escribirla:
La amiga que me ha regalado el libro.
El director de la película, que es Tim Burton, al cual lo tengo aquí a lado corrigiéndome algún detalle del resumen que he hecho.
A un pez muy grande que un día que estaba yo nadando en un lago se acercó a mí y me recomendó ver la película.
Y a ti, que digo yo que si has leído la entrada alguna culpa habrás tenido de que la escriba.


“Un hombre cuenta sus historias tantas veces que al final él mismo se convierte en esas historias. Siguen viviendo cuan él ya no está. Y de este modo el hombre se hace inmortal.”

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