Campan a sus anchas entre nosotros como si de otra cualquiera persona se tratasen.
Tienen su vida, normal.
Su familia, amigos, sueños, compromisos y
fallos.
Y, por eso, no es hasta que te cruzas con uno de ellos cuando
te das cuenta de lo que de verdad son…
Fuentes interminables de sonrisas, agradecimientos, charlas
entretenidas y sorpresas inesperadas.
Sólo hay que ver cómo miran las cosas, cómo interpretan lo
que les dices, o cómo actúan ante los problemas que se les ponen delante.
Pero lo mejor no es eso.
Lo mejor es cómo te hacen sentir a ti. Cómo te tratan. Cómo
te ven. Y, a fin de cuentas, y gracias a ellos, con su confianza y atención,
cómo te ayudan a ser la mejor versión de ti mismo.
Y aún hay veces que se juntan un grupo de ellos.
Y entonces sólo te queda callar, escuchar, aprender, y
disfrutar.
Campan a sus anchas entre nosotros como si de otra cualquier
persona se tratasen (o igual sí que lo son, y lo que pasa es que el resto no lo
sabemos…)

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