Hay una
persona, existe, seguro, tiene que existir, somos muchos, malo sería que no
existiese….
Hay una persona
que cada mañana se despierta para ir a la playa a ver amanecer, espera
pacientemente a que el Sol despunte por el sencillo horizonte y, como si de un
pistoletazo de salida se tratase, en ese momento empieza su día, a partir de ese
instante, y hasta que esté en su cama acostada y vuelva a cerrar los ojos,
disfruta viviendo cada momento como si fuese el último (toma topicazo al canto!
Pero esperad, que sigo.)
Se pasea por la
calle tarareando una canción que se inventa sobre la marcha a la par que, cada
cierto número aleatorio de pasos, sorprende a los que comparten acera con ella
con un movimiento de baile, a veces un simple talón-punta discreto, tan
repetido en sus antiguas clases de educación física de primaria, otras veces un
salto mortal con doble tirabuzón (o eso le parece a ella).
Sube por unas
escaleras mecánicas andando, no dejándose llevar, y chocando la mano con los
que bajan en sentido contrario al suyo. El que choca ya lo considera como un
amigo más, el que no lo hace solo siente pena por él… “él se lo pierde” piensa,
y busca su siguiente objetivo. Los días que no tiene excesiva hambre aún sube y
baja varias veces más por las escaleras, con una sonrisa de oreja a oreja que
provoca que el resto de la gente ,
asombrada, no pueda apartar la mirada de ella “mejor! Así ven cuando les toca
que les choque!”.
Un desayuno en
su cafetería favorita, donde a fuerza de ir día sí día también, conoce a los
camareros que siguen esforzándose en llevar bien la bandeja y al jovial jefe
que sigue confiando en que algún día lo conseguirán. Qué fácil es servir a esa
persona, siempre un café con leche, con dos azucarillos, y luego el bollo a
elegir por el camarero que la atienda, ni lo pide, únicamente dice “lo de
siempre”.
Nunca coge el
periódico, que siempre está en la barra a disposición del que quiera echarle un
vistazo, pero es incapaz de evitar intentar leerlo cuando alguien a lado suyo
lo sostiene entre sus manos.
…
Al rato despertamos.
Cuesta
levantarse ya que el Sol no nos espera para salir de su escondite, ya que
apenas miramos a la gente con la que nos cruzamos, y no os digo nada de lo de
bailar.
Pero, de vez en
cuando, por alguna idea disparatada, un rayo de loca alegría (que es la mejor)
hace que se nos dibuje una sonrisa en la boca, digna de la niña del sueño, y
entonces…
Ay! entonces…
ay…..
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