Recordad:

Recordad: antes de untar la mantequilla tirad la tostada al suelo para saber por qué lado va.

viernes, 12 de diciembre de 2014

Sonríe





Hay una persona, existe, seguro, tiene que existir, somos muchos, malo sería que no existiese….
Hay una persona que cada mañana se despierta para ir a la playa a ver amanecer, espera pacientemente a que el Sol despunte por el sencillo horizonte y, como si de un pistoletazo de salida se tratase, en ese momento empieza su día, a partir de ese instante, y hasta que esté en su cama acostada y vuelva a cerrar los ojos, disfruta viviendo cada momento como si fuese el último (toma topicazo al canto! Pero esperad, que sigo.)


Se pasea por la calle tarareando una canción que se inventa sobre la marcha a la par que, cada cierto número aleatorio de pasos, sorprende a los que comparten acera con ella con un movimiento de baile, a veces un simple talón-punta discreto, tan repetido en sus antiguas clases de educación física de primaria, otras veces un salto mortal con doble tirabuzón (o eso le parece a ella).
Sube por unas escaleras mecánicas andando, no dejándose llevar, y chocando la mano con los que bajan en sentido contrario al suyo. El que choca ya lo considera como un amigo más, el que no lo hace solo siente pena por él… “él se lo pierde” piensa, y busca su siguiente objetivo. Los días que no tiene excesiva hambre aún sube y baja varias veces más por las escaleras, con una sonrisa de oreja a oreja que provoca  que el resto de la gente , asombrada, no pueda apartar la mirada de ella “mejor! Así ven cuando les toca que les choque!”.

Un desayuno en su cafetería favorita, donde a fuerza de ir día sí día también, conoce a los camareros que siguen esforzándose en llevar bien la bandeja y al jovial jefe que sigue confiando en que algún día lo conseguirán. Qué fácil es servir a esa persona, siempre un café con leche, con dos azucarillos, y luego el bollo a elegir por el camarero que la atienda, ni lo pide, únicamente dice “lo de siempre”.
Nunca coge el periódico, que siempre está en la barra a disposición del que quiera echarle un vistazo, pero es incapaz de evitar intentar leerlo cuando alguien a lado suyo lo sostiene entre sus manos.

Al rato despertamos.
Cuesta levantarse ya que el Sol no nos espera para salir de su escondite, ya que apenas miramos a la gente con la que nos cruzamos, y no os digo nada de lo de bailar.
Pero, de vez en cuando, por alguna idea disparatada, un rayo de loca alegría (que es la mejor) hace que se nos dibuje una sonrisa en la boca, digna de la niña del sueño, y entonces…

Ay! entonces… ay…..

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