Por desgracia no sé quién es el autor de las siguientes líneas:
“En alguna
parte entre la adolescencia y la madurez existe una edad en el desarrollo
humano que es física y psicológicamente imposible. Es esa fase insondable en la
que uno puede ser monitor de campamentos, una figura no definida por los psicólogos,
incomprendida por los directores, idealizada por los acampados, admirada y
dudosa para padres y olvidada para el resto de la sociedad.
Un monitor
de campamentos es una extraña combinación de doctor, abogado, megáfono, indio y
jefe. Es un competente psicólogo de niños con sus apuntes de primero de carrera
como prueba. Es un niñero mal pagado; sin televisión, ni Tour de Francia ni
nevera. Es un estricto disciplinario con un tic en el ojo, un ministro de
hombres con fe en sus propias posibilidades. Es un ejemplo de hombre y mujer
con unas deportivas, una camiseta dos tallas demasiado grande y un sombrero dos
tallas demasiado pequeño. Es un humorista en una crisis, un doctor en una
emergencia, un cantautor, un anfitrión y un director de teatro. Es un ídolo con
su cabeza en una nube de humo y sus pies en el barro. Es un acomodador en una
tienda rasgada en una noche fría y el compañero que acaba de prestar su último
par de calcetines secos. Es un maestro fuera de clase, corriendo en un campo
con zarzas hasta la rodilla. Es el primero en levantarse, el último en
acostarse, el que nunca tiene siesta, el último en servirse, el primero en
servir, el último en merendar y el primero en saber dosificarse.
Es hábil
parar reparar amistades rotas, narices sangrando y vaqueros descosidos. Es un
experto en localizar bañadores perdidos, en perderse por el camino de vuelta y
encontrar una razón por la que se ha perdido. Es penoso para arrastrarse fuera
de la cama en mañanas lloviosas, acordarse de la fecha de hoy y en irse a la
cama temprano.
Un monitor
es un guía amistoso que, en medio de una noche fría, oscura y mojada, te
acompaña a lo largo del sendero a las letrinas. Es un enfermero que a las tres
de la mañana sujeta la frente de un niño vomitando en un w.c. sucio. Es una
dinamo en su rato libre, exhausto al final de cada día, pero recuperado a
tiempo para la siguiente actividad.
Es un telépata
con sus compañeros , una cabeza con 16 ojos, un cuerpo con 8 brazos y dos
corazones. Es un mago del reloj, de adelantarse a las horas, a los acontecimientos.
Es un salvador del Amazonas sin ser de Greenpeace ya que aprovecha y aprovecha
y aprovecha y aprovecha la misma cartulina cartulina cartulinacartulina hasta
no poder encontrarla y lo que sobra lo deja ordenado.
¿Quién sino
él puede curar la nostalgia, ocultar unas sábanas mojadas por la mañana,
explicar 16 juegos distintos seguidos con una pelota deshinchada, silbar con
los dedos, llevar dos mochilas, decir “buenos días” en 11 idiomas, andar con
las manos, cantar una y otra vez y repetir cuatro veces en la cena?
De un
monitor se espera que repare 10 años de malos tratos a Carlos en 10 días,
transforme a María en una mujer, rehabilite a Pedro, permita a Rebeca ser
autosuficiente y ayude a Jorge a integrarse en un grupo. Se espera que se
responsabilice de las más preciadas posesiones de 500 adultos mucho mayores que
él. Se espera que les sumerja en un mundo de diversión y aventura, aunque se
pegue nueve meses al año en la ciudad; les enseñe ingeniosas actividades,
cuando no sabe siquiera el nombre de los juegos; que guíe niños dentro de unos
valores sociales positivos, que proporcione seguridad y salud con la nariz
quemada por el sol, una tirita en el pulgar y una ampolla en el talón. Es un
adulto que le gusta merendar entre niños y siempre lleva una bolsa de basura
para que los lugares queden mejor que cuando llegó. Un monitor es siempre un
ejemplo, ya que los niños le van a admirar y querrán ser como él. Un monitor es
capaz de jugar 5 horas seguidas a fútbol y animar 6 horas a sus equipos hasta
quedarse sin voz. Un monitor sabe elegir lo mejor para cada momento y es capaz
de dejar atrás sus necesidades personales de cualquier tipo y pensar en el
grupo. Es un detector de niños sin calcetines cuando hace frío, sin gorra
cuando hace sol y además de todo esto es capaz de ordenar sus cosas, el
material y hacer fotos en las que los niños sean protagonistas. Un monitor sabe
decir NO. Un monitor es un educador, sabe que no es un amigo ni un colega. Sabe
estar en su lugar. Es un ejemplo coherente, positivo y no tiene miedo a
enfrentarse a cualquier problema. Cuenta a su grupo tantas veces como sea
necesario y no se deja nunca a nadie. Un monitor es una persona que llora la última
noche con las fotos como si fuera un adolescente despidiéndose de su primer
amor. Es un ser sensible capaz de empatizar con todos y que aun se maravilla
cuando ve un cielo de verano y lo cruza una estrella fugaz. Es un profesional
que sabe integrar a todos sus chavales y sabe recordar los buenos momentos e ir
olvidando los malos.
Por todo
esto, se le paga suficiente para comparar algún libro de segundo de carrera,
unas aspirinas, unos calcetines nuevos, dos neumáticos para el coche y unas
deportivas nuevas. Eso suponiendo que vaya a cobrar algo. ¿Te preguntas cómo
puede aguantar el ritmo y la presión? ¿Te preguntas si realmente conoce su
propia valía? Y, de alguna forma, te das cuenta que nunca le podrás pagar lo
suficiente cuando al final del campamento se despide, saludando con la mano y
dice “¡Nos vemos el año que viene!”."