Recordad:

Recordad: antes de untar la mantequilla tirad la tostada al suelo para saber por qué lado va.

miércoles, 29 de agosto de 2012

Queja formal:





El ser humano es horroroso por naturaleza, y lo demuestra cada día.

Y una de las cosas que mas me tocan por donde respiro es nuestro interminable, inagotable, insufrible y todos los “in-“malos que se os ocurran (incluso, porqué no, “imperecedero”), afán por quejarnos.

Y es que, macho, nos quejamos por todo, ¡por cualquier cosa! (y mas claro ejemplo que esta entrada no habrá).

Y se postulan varios bandos cuando uno práctica el arte de quejarse. Por suerte suele haber alguien que trata de aplacar autor de la protesta, haciéndole pensar en excusas para el “condenado” al que acusa, o en que otra gente esta peor que él, o lo que buenamente se le pueda ocurrir al triste perdedor, y luego está el resto de la gente que se una al bando del quejica.

Hoy me pido yo ser el primero en elegir personaje y escojo al muro que trata de silenciar los insultos, al chorro de agua que busca disuadir a las masas, al buen samaritano que da un sermón aburridísimo.
Porque, ahora en serio, daos cuenta las mil y una veces que os habéis visto con el agua al cuello y en cambio aquí estáis.
Recordad cada vez que habéis sentido un vacío en el estómago que aquello parece un soberano agujero negro venido del espacio dispuesto a merendarse todo lo que te de por ingerir, como cuando de pequeños (debido a un patadón no especialmente certero) colgábais una pelota, o cuando os metéis un anillo que no es de vuestra propiedad y en el primer intento no podéis sacarlo… Ya te temes que sacártelo te va a doler, suponiendo que salga sin lubricante, que sino agua, crema, aceite, alcohol o lo que narices haga falta, y aún así, sin dar tiempo a intentar el segundo empentón ya te ves presentándote en la consulta del médico con un mejunje en la mano de agárrate y no te menees (en este caso de agárrate y mánchate), y el doctor diciéndote “vamos a tener que amputar a la altura del hombro”. Total que por un puñetero anillo que ni es tuyo ni nadie te piensa regalar de repente te ves teniendo que aprender a atarte las zapatillas con una mano y ayudado de la boca, lo cual no pinta higiénico.

Y lo peor es que luego no pasa nada, todos sobrevivimos, sale el anillo igual que entró, la pelota se recupera y sino se juega con otra y aquí no ha pasado nada. Ya digo, aquí estamos.

Así que, por favor, cuando os penséis de verdad en una situación ‘chunga’ recordad que hubo un día que os visteis con el brazo guardado en el congelador (para cuando la medicina avance un poco más y sea posible recuperarlo, si es que no se puede hacer ya), y si aún así el vacío en vuestro estómago presume ser más vacío aún (si es que eso se puede) del que tuvisteis al colgar la pelota o no poderos sacar el anillo entonces ánimo, y quejaros y luchad (probablemente más importante aún, todo sea dicho), todo lo que sea necesario o más, hasta, como poco, perder una extremidad, ya digo, como poco. Pero sino, absteneos, por favor, de fastidiar con chorradas varias como las que te puedes encontrar una tarde en la  lista de trending topics y que al día siguiente se os han olvidado.
He dicho (me he quejado).


“Sin razón se queja del mar el que otra vez navega.” <Séneca>