Ni lo encontrarás en un libro, ni en una ley, ni en
una ecuación, pero cristalino como el agua está, que si te encuentras
pedaleando encima de una bicicleta, lo último, ultimísimo, que has de hacer es
mirar hacia atrás. Te caes. No hay fallo. Te caes siempre. Sin remedio.
Nos cuesta un poco aprenderlo, porque cuando estrenas tus piernas con tus primeras pedaladas lo primero que te sale es girar la cabeza hacia atrás y compartir ese precioso momento con esa persona especial que te ha dado el primer empujón, y, ¡oh despiadado destino! el preciso hecho de ‘compartir’ hace que se vaya al garete ese mágico momento, y vamos al suelo con todo, con nuestro cuerpo, con nuestra ilusión, y nuestra sonrisa, que rápidamente desaparece.
Nos cuesta aprenderlo, pero uno al final lo asume: no mirar atrás.
Nos cuesta un poco aprenderlo, porque cuando estrenas tus piernas con tus primeras pedaladas lo primero que te sale es girar la cabeza hacia atrás y compartir ese precioso momento con esa persona especial que te ha dado el primer empujón, y, ¡oh despiadado destino! el preciso hecho de ‘compartir’ hace que se vaya al garete ese mágico momento, y vamos al suelo con todo, con nuestro cuerpo, con nuestra ilusión, y nuestra sonrisa, que rápidamente desaparece.
Nos cuesta aprenderlo, pero uno al final lo asume: no mirar atrás.
En cambio, si ahora miras el párrafo anterior, coges
las palabras relacionadas con la bicicleta, y las sustituyes por “vivir”, te
encontrarás con un consejo que aparece en todo tipo de libros, canciones y poco
más que leyes. Y, sin embargo, no aprendemos, seguimos mirando atrás, y caemos con
todo el equipo por ello.
“Our eyes are placed in front because it is more
important to look ahead tan to look back”
No hay comentarios:
Publicar un comentario