Y entonces, como si de un chispazo de luz a cámara lenta se
tratase, dejarás de atender a donde se posan tus ojos, y mirarás, en tu mente,
un escenario ideal en el que tras muchos días, semanas, meses, de esfuerzo y,
seguramente, sufrimiento, consigues llegar a ese momento, a ese segundo, donde
tú, y la gente que quieres, disfrutáis del éxito que viene del objetivo
cumplido.
Te recreas con ese segundo, con ese instante, corto pero intenso, de sabor dulce, y de sobras esperado. Te imaginas también los minutos de después, con la satisfacción del trabajo hecho, por difícil, imposible, que sonase al principio. Y finalmente sabes que lo olvidarás, y que otras empresas vendrán después, pero que quedará ahí, para siempre, y tú lo sabrás.
Te recreas con ese segundo, con ese instante, corto pero intenso, de sabor dulce, y de sobras esperado. Te imaginas también los minutos de después, con la satisfacción del trabajo hecho, por difícil, imposible, que sonase al principio. Y finalmente sabes que lo olvidarás, y que otras empresas vendrán después, pero que quedará ahí, para siempre, y tú lo sabrás.
Luego vuelves a enfocar, de nuevo, donde antes mirabas. Y
sin titubear, con una apabullante sangre fría, darás la espalda a ese futuro. Diciendo
que es difícil, imposible, y que, aunque se lograse, el esfuerzo no merecería
la pena.
Y así pasamos día sí día también cogiendo el sendero de
siempre y dejando de lado ese otro futuro en el que una persona como tú cumple
un sueño, tu sueño, imposible.
No hay comentarios:
Publicar un comentario